No podemos hablar de la concepción sin tener en cuenta los distintos tipos de familia, heteroparental (progenitores de distinto sexo), homoparental (progenitores del mismo sexo) y familia monoparental (un solo papá o mamá). En las primeras, las familias hetero u homoparentales, es importante tener en cuenta a la propia relación para el momento en que se decide ser padres. Ésta decisión en algunas ocasiones no lleva detrás una gran reflexión, sino que desde una perspectiva cronológica, es el momento, sin entrar a valorar realmente, todo lo que hay detrás. Desde ese enfoque, en muchas ocasiones, la llegada de un bebé se convierte en un cambio tan grande para el que los nuevos padres no están preparados, y cuando digo “preparados” me refiero a que ni siquiera se habían planteado de forma adulta qué es lo que implica tener un bebé, y eso hace por tanto que no dispongan del maletín de herramientas, principalmente emocionales, que hacen de éstos procesos algo más progresivo, y por tanto más manejable. En un modelo familiar heteroparental, debemos hablar de un concepto conocido como la tríada madre-bebé-padre como vínculo afectivo que se forma desde el inicio de la gestación y que va a actuar como “sostén” de ese bebé tras el nacimiento, bajo el que queden satisfechas sus necesidades biológicas y afectivas hasta que posteriormente se vaya produciendo el proceso natural de separación (aproximadamente a los dos años de edad).